La recepción en el Eliseo, aparte de majestuosa e impresionante, era un rollo aburrido.
Todos los hombres vestían chaqué y dos mujeres con vestido largo y muy elegantes.
Se sintió un poco avergonzada por su camiseta de ACDC, pero recordó las palabras del Comandante Valerie, lo importante era su presencia.
Rebeca conocía el protocolo, pero aquello era demasiado. El Primer Ministro y varios ministros la recibieron y saludaron uno a uno felicitándola.
Una mujer morena con vestido azul turquesa y una banda que cruzaba su pecho con los colores de la bandera francesa, le habló en perfecto español.
.- Gracias Rebeca, el pueblo de París se siente muy agradecido por lo que ha hecho. Mi nombre es Ana Hidalgo, soy la alcaldesa de París.
La alcaldesa, puso sus manos sobre los hombros de Rebeca y la besó en las mejillas.
Después de las presentaciones, el Primer Ministro dijo unas palabras de agradecimiento a Rebeca e hizo un breve resumen de lo ocurrido.
.- Todo lo que ha sucedido con nuestra heroína, ha sido silenciado a la prensa. Ningún periódico en Francia ha publicado ni una sola línea referente a Rebeca. El terrorista está en un hospital de Marsella fuertemente custodiado y pronto estará en condiciones de ser interrogado.
Su actuación ha sido determinante para evitar que se produjeran mas victimas en el atentado.
He propuesto al Presidente de la República que le sea concedida la Gran Cruz de la Legión de Honor a Rebeca Romero, por su servicio al pueblo de Francia.
Gracias.
La alcaldesa de París, invitó a Rebeca a una cena aquella misma noche en el Ayuntamiento.
.- Será una cena de amigos, conocerás a mi hija Elsa, tiene 26 años, aproximadamente tu edad y a algunos amigos. Tus compañeras también están invitadas si tu deseas que asistan y las personas que consideres que deban acompañarte.
.- Gracias Señora Alcaldesa. Asistiré encantada y llevaré a mis amigas.
.- A partir de las ocho podeis ir cuando queráis. Asi tendréis tiempo de visitar los salones del Ayuntamiento construido en el año 1.357.
Por favor, llamame Ana, y para la cena, lleva ropa cómoda, yo me pondré una camiseta de The Ramones que solo uso cuando voy a la playa en España.
A las siete y media, Icram tenía el coche preparado para llevar a las tres militares hasta el Ayuntamiento.
.- Icram, tu también cenaras con nosotras. Asi que, cámbiate de ropa. Quítate esa americana y el chaleco antibalas y pon una de mis camisetas.
El jaguar entró directamente en el garaje subterraneo del Ayuntamiento, y las cuatro jóvenes subieron en el ascensor hasta la tercera planta, donde las esperaban.
La alcaldesa no estaba sola, la acompañaban un joven y un adolescente y además….. Rebeca sintió que el corazón aceleraba su ritmo, allí estaban su querido Capitán Bernardo Castro y la Comandante Nerea Esteve, los dos vestidos de civil.
.- Me permití hablar con tus superiores en el Ministerio de Defensa español y me facilitaron los nombres de las personas mas allegadas a ti en Afganistán. Quería venir el Jefe de Estado Mayor pero le he pedido que no lo haga, ya que este no es un acto oficial.
Rebeca y Berny estaban fundidos en un abrazo, sintiendo como sus corazones latian con fuerza.
.- Te he echado de menos, mi pequeña heroína. Esta visto que no te puedo dejar sola, en cuanto me descuido estas metida en algún lio.
Rebeca apoyaba su rostro en el hombro de su Capitán, quería sentir el olor de su cuerpo. Sus brazos le apretaban con fuerza, quería permanecer asi fundida en él todo el tiempo posible.
El hombre acariciaba su cabello mientras Rebeca lloraba de emoción.
La Comandante Esteve todavía convaleciente de su herida en una pierna, abrazó a Rebeca y todos la rodearon formando una piña de brazos.
Elsa, la hija de la alcaldesa era una mujer muy bella, tenia rasgos de su madre, pero mas alta y con una figura espectacular. A pesar de que Rebeca no se separaba ni un solo segundo de su Capitán, las dos mujeres congeniaron muy rápidamente. Elsa hablaba un español muy correcto, era Ingeniero y trabajaba en Peugeot.
Cuando ya estaban en la mesa cenando, Rebeca preguntó en voz baja a Castro cuanto tiempo estaría en París.
.- Me han dado tres días, Nerea y yo volveremos a Kabul pasado mañana.
.- Quiero vivir contigo intensamente estos dos días, me he dado cuenta de que en cualquier momento podemos desaparecer.
Esta noche dormirás en mi hotel, en mi habitación, en mi cama. Bueno, dormir no mucho.
La alcaldesa, habló unas palabras después de la cena y comunicó que el Primer Ministro había pedido al Presidente que le concedieran a Rebeca la Legión de Honor de la República, y ella, como Dama de la Orden de la Legión de Honor ya había formulado su propia petición. Esa condecoración era el mayor símbolo de agradecimiento del pueblo francés a la persona que hubiera hecho algo relevante por el país.
Elsa intercambió el número de teléfono con Rebeca, quería volver a verla.
Cuando volvieron al Hotel, Rebeca y Castro vieron que en la mesita del recibidor de la habitación había una botella de champan, una cesta de fresas y una nota….Con mis mejores deseos, Icram.
Completamente desnudos, permanecieron varios minutos de pie, abrazados, fundiendo sus pieles. Deseando quedar asi para siempre.
Rebeca puso una fresa entre sus dientes y ofreció el fruto a Castro que también la mordió uniendo sus labios saboreando el jugo de la fresa.
Cogió en brazos a Rebeca y la tumbó en la cama delicadamente.
Besó su cuello, sus hombros, besó sus preciosos pechos y ella dijo…
.- Espera.
Cogió dos fresas de la cesta, separó sus piernas y las introdujo en su coño.
Castro cogió la botella del champan.
.- Las fresas están muy buenas con champan bien frio.
Vertió liquido de la botella entre los pechos y el vientre de Rebeca que dio un grito al sentir el frio liquido.
Sorbió el champan de los pechos deteniéndose en los pezones que rodeó y beso hasta que quedaron solamente húmedos por su saliva.
Besó el vientre de su amada Rebeca y pasó su lengua por el pequeño dibujo de vello púbico hasta llegar al centro de sus muslos.
Abrió sus piernas elevándolas y deseando que su Capitán comiera las fresas que estaban en su interior.
Castro besó alrededor de sus labios vaginales e introdujo su lengua buscando el fruto que allí se escondía.
El olor y sabor de la mezcla de fresa y el interior de Rebeca era sencillamente delicioso.
Toco la fresa con la punta de su lengua y fue girándola poco a poco hasta que consiguió extraerla del todo. Rebeca contraía su cuerpo al sentir como era penetrada por aquella lengua buscando el segundo fruto.
Contraía su vagina presionando la fresa y Castro sentía el sabor del jugo.
Con mayor dificultad extrajo la segunda fresa y Rebeca sintió un nuevo orgasmo largo y profundo que la hacían desfallecer de placer.
Recordaría siempre aquella noche, aquellos momentos de placer y cuando Castro le susurró al oído “te quiero”.
Pasadas las doce del mediodía salieron de la habitación para ir a comer con sus amigas. Los dos estaban felices y cansados.
Icram le comunicó a Rebeca que el Presidente Macrón había enviado un comunicado para que esa misma tarde asistiera a la Asamblea Nacional porque iba a ser nombrada Dama de la Legión de Honor.
Podían asistir a la ceremonia dos acompañantes de la nominada. Se rogaba encarecidamente que vistieran vestido largo las damas y traje oscuro o uniforme los caballeros.
Con la comunicación, Icram llevaba una caja grande enviada por el Presidente que contenía un precioso vestido de raso azul marino con relieves y dibujos un tono mas claro, de la talla de Rebeca.
.- Vamos, tenemos que ir a la peluquería del hotel, ya te están esperando la peluquera y la manicura.
.- Estas en todo Icram, tu serás una de mis acompañantes y el otro será el Capitán Castro. Espero que puedas conseguir un uniforme.
.- Eso esta hecho.
En la Asamblea Nacional, engalanada con sus mejores adornos, Rebeca tuvo que saludar a muchas personas elegantes y uniformados, entre ellos estaba la Ministra de Defensa española.
El acto merecía ser considerado de gran importancia para los dos países.
La Gran Cruz de la Legión de Honor solamente se había concedido a Salvador Dalí, al Rey Juan Carlos I y a Mariano Roca de Togores Marqués de Molins.
Rebeca estaba nerviosa y se sentía rara. No creía que lo que había hecho mereciera tales honores. Cualquiera en su lugar hubiera hecho lo mismo. Pero Castro le aclaró.
Tu has estado en el lugar oportuno, en el momento oportuno y has tenido el valor y la serenidad oportunos para hacerlo.